Bioenergía, mini-hidro, geotermia y termosolar. La extensión de su industria forestal y su gran número de ríos y volcanes hacen del país un territorio rico en estas fuentes, que son esenciales para la industria de hidrógeno verde. Junto a estas, emerge también la innovadora energía del mar, que aún no tiene capacidad instalada, pero que en 2021 dará sus pasos iniciales de la mano del primer convertidor de energía undimotriz a escala real.
El fuerte desarrollo de las plantas solares y eólicas las han convertido en la imagen más recurrente al hablar de energías renovables no convencionales (ERNC). Pero no son las únicas. La bioenergía (que se produce a partir, por ejemplo, de desechos forestales), la mini-hidro (hidroeléctricas de hasta 20 MW), la geotermia (que usa el calor de las profundidades de la tierra), la termosolar (que aprovecha el calor de los rayos del sol) y la energía de los mares, son las ‘otras’ ERNC, que ya son parte del ecosistema. Según el Coordinador Eléctrico Nacional, para fines de 2021 se proyecta que estas otras ERNC sean responsables del 7,1% de la energía que se producirá en Chile (en 2020 llegaron a 5%).
Esto potencia el impulso que han tomado las ERNC: en 2020 alcanzaron el 21,7% de la matriz eléctrica (un umbral que se esperaba alcanzar en 2025). Y en 2021 la cifra subiría a 37%. En ese escenario, las menos convencionales de las ERNC ganarán fuerza gracias a nuevos proyectos. De acuerdo con la Comisión Nacional de Energía (CNE), 12 comenzarán a inyectar energía este año (ver gráfico), incluyendo a la primera planta termosolar de Latinoamérica y la ampliación de la única geotérmica de Sudamérica. ‘El gran impulso se espera en las tecnologías fotovoltaica y eólica, que concentran en torno a 94% de la potencia ERNC a ingresar en 2021. Sin embargo, hemos notado también un incremento relevante en los proyectos de estas otras ERNC. Solo entre 2019 y 2021 se ha multiplicado por cuatro la cantidad de proyectos que han iniciado su puesta en servicio’, afirma José Venegas, secretario ejecutivo de la CNE.
RADIOGRAFÍA A LAS ‘OTRAS’ ERNC
‘Un país como Chile, rico en recursos naturales, está llamado a buscar un mix óptimo de manera que las renovables se apoyen y hagan más fácil el abastecimiento. La complementariedad entre las energías renovables es la razón para que Chile avance en todos los frentes. Da mayor resiliencia, menos costos y un entendimiento de los impactos con la naturaleza’, asegura Rodrigo Palma, director del Centro de Energía de la U. de Chile. Algo en que coincide Carlos Finat, director ejecutivo de la Asociación de Energías Renovables: ‘La diversidad de fuentes ERNC de Chile es una gran ventaja, ya que los patrones horarios de generación de las fuentes variables, como lo eólica y solar fotovoltaica, se complementan y eso da seguridad al sistema eléctrico’. Actualmente, hay 160 proyectos de estas ‘otras’ ERNC: 31 de bioenergía, 128 de mini-hidro y uno de geotermia. ‘Chile ha tenido como política de Estado una visión de neutralidad tecnológica, lo cual implica no favorecer una tecnología por sobre otra. No obstante, somos conscientes del tremendo potencial que tenemos para incorporar en el país las diferentes tecnologías existentes’, sostiene el biministro de Energía y Minería, Juan Carlos Jobet. En bioenergía, dado que se puede abastecer de desechos forestales, dos de los tres principales proyectos están vinculados a empresas del área: Bioenergías Forestales de CMPC tiene a Santa Fe (63 MW) en el Biobío y Arauco tiene a Nueva Aldea III (37 MW) en Ñuble.
El tercero es la central Lautaro (45 MW), propiedad de Comasa, que opera con paja de trigo. ‘Es un combustible limpio y local, se produce en las inmediaciones de los sitios donde se consume. Y es carbono neutral’, destaca Cristina Segura, subdirectora del Departamento de Investigación y Desarrollo de la Unidad de Desarrollo Tecnológico de la U. de Concepción. Añade que como su proceso generación es similar al de las plantas a carbón, se puede reconvertir esta infraestructura hoy en retirada. Antonio Minte, gerente de la Asociación Chilena de Biomasa, agrega: ‘Por medio del manejo forestal sustentable, de bosque nativo y de plantaciones forestales, el potencial energético de la biomasa es enorme’. Respecto de la geotermia, Chile tiene la única planta comercial de esta naturaleza en Sudamérica. Se trata de Cerro Pabellón (48 MW), un proyecto de Enel y Enap en la Región de Antofagasta. Diego Morata, director del Centro de Excelencia en Geotermia de Los Andes, explica que ubicar los reservorios con fluidos calientes implica una gran inversión, pero da una gran estabilidad cuando ya está operando: ‘Tiene un tiempo de uso a lo largo del año de 90%, eso no lo tienen ninguna otra renovable. Es una energía independiente de oscilaciones climáticas y Chile tiene reservorios para asegurar 1.000 MW’. Por su parte, la mini-hidro también crece debido a su acotado impacto ambiental, su estabilidad y la gran cantidad de ríos en el país.
Según Rodrigo Palma, ‘es una energía que tenemos disponible con nuestra cordillera de un tremendo potencial; de entre 5.000 y 10.000 MW’. En ese sentido, Rafael Loyola, director ejecutivo de la Asociación de Pequeñas y Medianas Centrales Hidroeléctricas, subraya que ‘producen energía renovable continua y distribuida, energía producida por nuevos actores que introducen competencia al sistema, bajo impacto ambiental, es un motor de desarrollo local: sobre 80% es inversión chilena’. En tanto, este año empezará a operar primera planta de energía termosolar de América Latina: Cerro Dominador. ‘En la termosolar se tienen muchos espejos en un círculo grande y al medio hay una torre, tan grande como el Costanera Center. Estos espejos dirigen la radiación a la torre y ahí se funden sales minerales que se derriten y se mueven por un sistema, a más de 500 °C. Con esa temperatura se hierve agua y se pasa por turbinas para generar electricidad. Con esto se puede elegir cuándo transformar el calor en energía, incluso se puede tener energía solar en la noche’, explica Álvaro Lorca, académico de Ingeniería Eléctrica en la UC.
ESTAS NO SON TODAS…
Además de estas cuatro ERNC, está la energía del mar, tecnología que aún no tiene proyectos en Chile y que es incipiente a nivel mundial. La directora ejecutiva del Centro de Investigación e Innovación en Energía Marina (Meric), Gloria Maldonado, explica que ‘Chile presenta un potencial energético de olas privilegiado a nivel global. Y considerando la extensión de la línea de costa de más de 4.000 km, es el mayor recurso energético en Chile con un total de 240 GW. Por eso, desarrolladores de tecnología mareomotriz extranjeros han mostrado gran interés en probar acá sus dispositivos, sobre todo en el sur’. Aunque no hay megaproyectos, sí existen iniciativas. Una de ellas, liderada por el Meric, es Open Sea Lab, que contempla la instalación del primer convertidor de energía undimotriz a escala real en Chile. ‘Su finalidad es explorar el potencial de la energía renovable de las olas en Chile, evaluar y acelerar el desarrollo de nuevas tecnologías de energías marinas y generar conocimiento sobre nuestro mar costero’, dice Maldonado.
CLAVE PARA EL HIDRÓGENO VERDE
Además de diversificar la matriz y reducir sus emisiones, estas otras ERNC son vitales para los planes de que Chile sea líder en exportación de hidrógeno verde (H{-2} verde) al año 2040, ya que para poder obtener el llamado ‘combustible del futuro’ se necesitan energías limpias. ‘Si uno quiere hacer H{-2} verde con sol, que tiene un factor de planta de 25%, la máquina electrolizadora va a funcionar solo 25% del tiempo y me va a salir caro ese hidrógeno.
Si recurro a agua o biomasa, podré hacer mejor uso de la electrolizadora’, afirma Palma. Esta relevancia es algo que el ministro Jobet dice ya tener presente: ‘Tenemos un potencial de generación eléctrica con energías renovables 70 veces mayor a todo lo que tenemos instalado hoy. Es por esto que hemos fijado una nueva meta: tener 70% de energía renovable al 2030 (…) En la medida que podamos atraer inversión y tecnología, ese plazo se podría acortar aún más’. En ese contexto, algunos expertos creen necesario generar incentivos a nivel estatal para estas ERNC que, en un principio, requieren alta inversión. ‘En todos los países en donde la geotermia es realidad, fue el Estado el que comenzó a impulsar los proyectos’, dice Morata.